Relaciones de pareja y trapos sucios: una comedia minimalista en el Teatro María Teresa
Conocemos las crisis de pareja. En el caso del teatro, cada espectador que se acomoda en la butaca lleva consigo a una persona que desea a alguien, se enamora, se desespera, se decepciona… cada espectador carga con su propio récord de amor y desamor. ¿Quién no ha necesitado reencontrarse para sobrevivir a la ruptura? Desde ese ángulo, Los trapos sucios de Adán y Eva nos muestra una historia sabida, que es un poco la nuestra, la de cada quien.
La obra, escrita por el dramaturgo argentino Darío Basualdo, se ha presentado los jueves de junio y julio, bajo la dirección de Xésar Tena, con las actuaciones de Karina Hurtado y Mauricio Cedeño, en el Teatro María Teresa, ese pequeño milagro enclavado en el Centro de Guadalajara. Se trata de un montaje minimalista, una comedia romántica que se siente cercana. Adán y Eva podrían ser cualquier hombre y cualquier mujer involucrados en una relación de pareja, conflictiva como todas. Así, los clichés que sirven para narrar la historia no son desaciertos sino recursos para que el público se reconozca en esos dos personajes.
La dirección de Xésar Tena propone un montaje con elementos mínimos. La escenografía se compone de un fondo oscuro y dos sillas blancas, en contraste con el vestuario de los personajes, ambos de negro con acentos rojos: la corbata, los tacones, los lentes oscuros, la mascada, nos recuerdan a la manzana del Génesis; son el sexo, lo que hace a Eva y Adán converger, lo que los mantiene unidos a pesar de todo.
En la función del jueves pasado, Xésar Tena sustituyó a Mauricio Cedeño en el papel de Adán, con muy buenos resultados. Él y Karina Hurtado se comunican y se entienden sobre el escenario. Tanto Karina como Xésar hicieron un trabajo convincente, nos hicieron reír y también quererlos un poco, sobre todo por tangibles: lo que importa de estos dos personajes son los defectos más comunes y corrientes.
La temporalidad del texto, coherente y accesible, está cuidada también desde la dirección. Del primer encuentro en el antro a la cita posterior a la ruptura, pasando por el nacimiento de una hija, las acciones avanzan con un ritmo constante, sin obstáculos. La musicalización propicia el diálogo del sonido con los personajes y los hechos que se narran, de manera que la música también juega con el sentido del humor.
En medio del cortejo, contemporáneo y tradicional al mismo tiempo, los actores dan vida a otros dos personajes: el padre de Eva y la madre de Adán, un suegro y una suegra caricaturizados a través del texto y la actuación. No falta el conflicto entre las dos mujeres, suegra y nuera en pugna, en una dinámica ya conocida, más por mala propaganda que por correspondencia con la realidad, pienso yo.
De hecho, la obra muestra esa típica imagen de las mujeres, entendidas a menudo como caprichosas, volubles, incapaces de expresar con claridad lo que buscan. No me parece, sin embargo, que se trate de una elección consciente sino de un reflejo del pensamiento más generalizado. Finalmente, las historias que vemos en escena hablan de su tiempo y su lugar. Por otra parte, el trabajo de Karina y Xésar, el texto y la dirección guardan la suficiente consonancia como para que ese detalle se pase por alto.
La obra se disfruta de principio a fin, cumple con lo que se propone. La última función se dará este jueves 28 de julio a las 20:30 horas, muy probablemente con Adán interpretado por Mauricio Cedeño. Los boletos pueden comprarse en línea o en la taquilla del teatro. Vayan a ver Los trapos sucios de Adán y Eva, conozcan el Teatro María Teresa si no lo conocen todavía y pasen una noche de jueves muy divertida, no se arrepentirán.