Sor Juana en el siglo XXI, a quince años de Teatro Nómada

Belinda Lorenzana
4 min readFeb 11, 2023

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María Balam en Juana Inés. Foto: Christian Leal
María Balam. Foto: Christian Leal

La compañía jalisciense Teatro Nómada, en su aniversario número quince, trabaja con Teatro Estudio (TEES) para montar de nuevo Juana Inés, paráfrasis de sí misma, un proyecto que se ha presentado en Barcelona, el festival de Almagro y la Muestra Nacional de Teatro y que ahora vuelve a Guadalajara en el Jaime Torres Bodet. El elenco está conformado por Karla Constantini, José Jaime Argote, María Balam y Fernando Sakanassi, quien también se encarga de la dirección, y del texto en colaboración con Ricardo Ruiz Lezama.

No se trata de un relato biográfico de Juana de Asbaje: el énfasis no está en el aspecto histórico, ni siquiera narrativo, sino en el peso simbólico de la personaje en la cultura y su relación con el presente. La dramaturgia propone una especie de ensayo, un falso documental en palabras de los creadores, sobre la situación de las mujeres y los hombres hoy, a partir de los aportes literarios y sociales de la famosa monja novohispana. Gran parte de lo que vemos en escena gira alrededor del machismo, ese lastre que las sociedades actuales siguen llevando a cuestas. Se dejan fuera las discusiones que los movimientos de mujeres han planteado en los últimos años, como el sujeto político del feminismo, para reparar en las carencias que la mitad de la humanidad enfrenta incluso ahora, cuatro siglos después.

Karla Constantini. Foto: Christian Leal

Desde esta premisa, es de esperarse que el texto corra algunos riesgos: no siempre resulta transparente, al menos no para quienes desconocen la obra de Sor Juana. La estructura de la obra puede leerse en clave biográfica, casi siempre apelando a las palabras escritas por la protagonista: fragmentos teatrales, sonetos, redondillas y otros retazos de la obra de Sor Juana; sin embargo, más que narrar, la obra sugiere confrontación. Se percibe todo el tiempo una atmósfera tensa: por medio del sonido, el movimiento y los recursos visuales se evoca la violencia que se denuncia.

Verónica Gerber, en una entrevista que recuerdo bien, me dijo que escribir era seleccionar y acomodar pedazos sueltos, elegir de aquí y de allá, tomar lo que ya se ha dicho para darle un sentido nuevo… La escritura como ejercicio de reciclaje. Es justo el mecanismo al que recurren Sakanassi y Ruiz Lezama: los fragmentos de las obras de Sor Juana, de otras obras (La vida es sueño de Calderón de la Barca, el Génesis…), se mezclan aquí para hablar de todo eso que no ha cambiado y que es urgente repensar. Junto con Juana Inés, el intertexto es protagonista.

Foto: Christian Leal

La dramaturgia, en ese sentido, puede sentirse panfletaria, pero el tono resulta congruente con el montaje porque se logra una concatenación, complementada por actrices y actores que se comunican entre sí, que logran mostrar al público un conjunto de relaciones conflictivas y transmiten un sentido simbólico, plantean preguntas, siembran incomodidades. Vemos a una Juana Inés dividida en dos actrices que encarnan momentos y actitudes distintas de la personaje, construida a partir de recursos escénicos en mayor medida que de anécdotas, algunos muy plásticos (ese desnudo delicado y respetuoso con el cuerpo de la actriz y con la personaje, perfilado mediante detalles de espacio y de iluminación).

Acaso un momento sobresaliente en Juana Inés esté en la reinterpretación del Génesis, cuando se da la vuelta a la idea de la mujer pecadora: con ese mismo texto que ha servido de condena y esclavitud paras las mujeres, se propone el sentido de la conciencia en relación con el fruto prohibido, de las mujeres como portadoras del entendimiento. Esta lectura contemporánea del Génesis funciona como alegoría de lo que Sor Juana Inés de la Cruz representa para la cultura mexicana, femenina y universal.

María Balam. Foto: Christian Leal

Probablemente Juana Inés sea más trascendente para quienes hemos hecho de la poeta un estandarte, para quienes recurrimos a ella con cierta devoción. Probablemente, además, algunos espectadores queden perplejos ante la obra. De igual manera, la tónica del montaje, perturbadora, desconcertante, a veces irónica, otras cómica, se resuelve en una experiencia estética de choque. La obra parte de lo ya dicho para plantear nuevos significados, siembra interrogantes en el público, que acaso cada quien se responda al salir del teatro, en la intimidad o en el diálogo con el mundo, ese mundo persecutor.

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Written by Belinda Lorenzana

Soy una rumbera encubierta. Coordino Humanidades en prepa y edito en @creamagazine. Voy al teatro. @ACPT_Mex

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